Alrededor de 400 encapuchados, niños mujeres y niños crean en la selva de Chiapas una imagen mística.
La Realidad, principal campamento zapatista, se prepara para recibir al subcomandante Marcos. Una voz en Tzeltal retumba en los altavoces e intuimos que anuncia su llegada. Sus pasos parecen retumbar a lo largo del valle, al tiempo que desciende acompañado por un séquito de zapatistas a los que saca casi una cabeza y dos cuerpos.
En el escenario habla sobre la dignidad de los pueblos, sobre la hermandad indígena, sobre la justicia, la paz, la lucha, la sanidad y la educación. Creo no ser el único con la piel de gallina. Nadie habla, nadie pestañea, alguno de olvida de respirar. El aire se carga de poesía y utopías. La revolución del fuego y la palabra. Los hijos del maíz. Los por siempre derrotados.
Finalizado el discurso empieza la fiesta. Invitan a cualquiera a subir al escenario. Hay poesía, teatro, canciones. Después un grupo de música, encapuchado entero también, comienza a tocar músicas tradicionales. 400 sombras bailan en la oscuridad de la selva. Nosotros intentamos comprender. Para mi será una bonita aventura de verano. Para ellos la lucha y las derrotas continuaran eternamente. Entretanto, la poesía y el baile se mezclaban con la magia y la utopía hasta bien entrada la noche.
Días antes, el ejército desalojó a zapatistas que habían ocupado para cultivar tierras en desuso en una región cercana a Las Margaritas. Hubo detenidos, heridos y desaparecidos. Con estacas de maderas se enfrentaron a las tanquetas. Lo perdieron todo. Terroristas, les llamaron los medios y el estado mexicano. Curiosa definición pensé yo, para una guerrilla de campesinos sin armas, que celebra cada derrota con poesías y bailes hasta el amanecer…
Selva de chiapas. México 2007
Caracol La Realidad. Territorio zapatista liberado
PABLO GARCÍA-INÉS
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