martes, 14 de octubre de 2014

Otros vientos, otras tempestades


Diría que a veces,

cuando el viento sopla fuerte

para barrer la plaza,

cuando todas las veletas apuntan

en dirección opuesta

al rincón que habitas,

me llega un sabor a ti que permanece

abrazado al paladar durante días

como un buen vino o una horrible resaca.



Recuerdo que teníamos entre las manos

un mundo pendiente por comernos,

e íbamos a construir un hogar sin patria

sobre la espalda de una vieja furgoneta.



Por aquel entonces

nos burlábamos del futuro

en el que ahora habito

sin ti, con miedo,

como una broma

sin gracia.



La vida que íbamos a compartir ocurre

lo sé por tus fotos tus amigos tus estados

de la red social en la que mora

el mundo gris que un día

quisimos parar y apearnos.



Ocurre la vida ocurren

las puestas de sol, el silencio, la sangría,

la piel de gallina, el pacharán, los balcones,

el escalofrío, el olor a buhardilla, el acorde de extremo,

el polvo en la orilla, la bienvenida con baile,

ocurren.



Ocurre en un mundo

en el que tú habitas

yo habito

pero no habitamos.



Y cómo duele esa tercera persona

del plural de nuestras vidas.



Y diría que a veces

cuando el viento arrecia

y me mueve las tejas

se me cuela la lluvia

y me calo entero

y en vez de apagarse

se aviva la llama.


Y me quemo.

Y diría que a veces

pareces cercana

como si ocurrieses tú

y el milagro ateo

de tu cuerpo derritiéndose en las sábanas.



Pero aquella Roma

hacia la que llevan

todos y cada uno de tus vientos

se acostumbró a las tempestades.


Y ya no sopla por tu ausencia ni la brisa

que tantas velas llevó hacia tu arrecife.



¡Vuela, como siempre, vuela!

abandona el barco y la inocencia

como las ratas libres y el capitán cobarde.


Vuela, como el tiempo, ¡vuela!

pero no me pidas

compartir contigo

ni una sola tarde,

ni un solo madero,

del naufragio...



Pablo García-Inés
Octubre 2014
@pablogarciaines