martes, 7 de agosto de 2012

¿Y si era yo, el que la utilizaba a ella?


Me acojona que me quieras.


Que un buen día pierdas la cabeza y pienses

que ya ha sido suficiente mi suplicio,

y decidas entregarte toda tú,

y regalarme poco a poco los secretos

que guardas (cada verano menos)

bajo los pliegues de tu falda.



Que me llames una tarde calurosa,

de esas en las que te tengo

tanto odio y tantas ganas

y me cites en mi bar preferido

a emborracharnos

como cuando los poetas se emborrachan.

Tiemblo

tan solo de pensarlo.



Pues yo ya no se querer

con simetría.

Tendría que odiarte.



Como te explico…

Es algo así como el antónimo

del miedo al rechazo.



Pavor a que respondas sí,

a la pregunta que jamás he formulado.



No tenerte duele menos,

infinitamente menos,

que el miedo de perderte si fueras

levemente, mía.



La última vez que me sentí media naranja.

me exprimieron

hasta la última gota.



Vacío de mí

ya no se amar a quien me ama.

Olvídalo.
No me quedan más mejillas que ofrecerte.



Gracias a tu ausencia escribo.

Por fin escribo.



Te utilicé a ti que tenías pinta de dolerme entero.

Y a esos ojos tan acostumbrados

a ser clavo en corazón ajeno.



Y de ese corte en el ventrílocuo izquierdo

que me diste con precisión cirujana

empezaron a brotar los versos.



Te utilice a tí, que lo eras todo.

Todo.

Espero nunca sepas perdonarme.

Nunca.



Te quiero porque me dueles.

Recuérdalo

Ya no sabría querer de otra manera.


Pablo García-Inés
Barcelona Agosto 2012

3 comentarios:

  1. No tenerte duele menos,
    infinitamente menos,
    que el miedo de perderte si fueras
    levemente, mía.

    Estos versos son una verdad tan dolorosa que jode ser leida y si no la he escrito yo.


    Muchas, muchas, gracias por tus palabras allí en los lunes, muy generoso, (no estoy acostumbrado al halago mascúlino)

    Un abrazo, compañero.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar