Yo sabía que vendrías del sur,
de algún país de esos con mas palmeras que prisa.
Te esperaba tal y como eres,
por eso tu voz,
aun con acento lejano,
me resultó tan familiar.
Sabía que compartiríamos camino,
por eso siempre anduve
bien pegadito a la orilla
reservando espacio
para tus huellas.
Sabía que vendrías de tierras revolucionarias,
de pueblitos de guerrillas y claveles
con ritmos latinos y sangre guevaresca.
Te pensaba hija del camino,
de mezclas , y huidas, y nostalgias,
con el hogar construido en las personas.
Te imaginé riendo a carcajadas,
bailándome el agua y el merengue,
con la luna tatuada en la mirada.
Ya me esperaba los vinos, los lagos, los poemas,
las risas, la magia, las ausencias.
Sabía que vendrías y dirías hola como si nada,
trayendo bajo el brazo el sur
y en la piel grabado el sol de tus ancestros.
Te imaginé con todas mis fuerzas
apretando los puños y mordiéndome los labios.
Había pedido al azar que te trajera
y el azar, si le hablas con cariño
siempre escucha a quien le ruega.
Por eso no me sorprendió tu magia,
ni el abismo circular de tu mirada,
ni el pacífico rugiendo en tus caderas
arrastrándome en oleadas a la playa.
Te esperaba, una tarde cualquiera,
impaciente por mirar el mar
desde la misma ventana.
Pablo García-Inés
Ecuador. Septiembre 2011