lunes, 10 de octubre de 2011

Le había pedido al azar que te trajera

Yo sabía que vendrías del sur,
de algún país de esos con mas palmeras que prisa.

Te esperaba tal y como eres,
por eso tu voz,
aun con acento lejano,
me resultó tan familiar.

Sabía que compartiríamos camino,
por eso siempre anduve
bien pegadito a la orilla
reservando espacio
para tus huellas.

Sabía que vendrías de tierras revolucionarias,
de pueblitos de guerrillas y claveles
con ritmos latinos y sangre guevaresca.

Te pensaba hija del camino,
de mezclas , y huidas, y nostalgias,
con el hogar construido en las personas.

Te imaginé riendo a carcajadas,
bailándome el agua y el merengue,
con la luna tatuada en la mirada.

Ya me esperaba los vinos, los lagos, los poemas,
las risas, la magia, las ausencias.

Sabía que vendrías y dirías hola como si nada,
trayendo bajo el brazo el sur
y en la piel grabado el sol de tus ancestros.

Te imaginé con todas mis fuerzas
apretando los puños y mordiéndome los labios.
Había pedido al azar que te trajera
y el azar, si le hablas con cariño
siempre escucha a quien le ruega.

Por eso no me sorprendió tu magia,
ni el abismo circular de tu mirada,
ni el pacífico rugiendo en tus caderas
arrastrándome en oleadas a la playa.

Te esperaba, una tarde cualquiera,
impaciente por mirar el mar
desde la misma ventana. 
Pablo García-Inés
               Ecuador. Septiembre 2011

miércoles, 28 de septiembre de 2011

¿El hombre o el poeta?


¿Quién existe, quién gobierna
el hombre o el poeta?
¿Quién decide de los dos?
El hombre no es capaz de crear del alma.
El poeta, se alimenta de ellas.

El hombre, sentado frente a la mesa de madera.
La vela, la llama 
bailando el silencio sepulcral.
La mira a ella, la siente.
La ve tan lejos,
estando tan cerca.

El hombre quisiera compartir el fuego.
Tal vez el humo atenuando la luz.
Se mira en el espejo del cuaderno,
buscando al poeta.
Quiere escribir. Escribirle a ella.
El hombre llamando al escritor.
El hombre, cansado de ser hombre.
Y el poeta haciéndose de rogar.

No vendrá esta noche. Tal vez sí.
No es el hombre el que manda.
El hombre obedece. Suplica.
Que acuda el poeta.
¡Que sea él quien dé la cara!
Que aproveche.
¡Escribe poeta escribe!
Ponle arte a los miedos,
Evacúa 
el alma del cuerpo.
Se quema.
¡Escribe poeta escribe!
Sufre bonito y en metáfora.

Olvida al hombre,
Hace tiempo que mueves la pluma.
Le mataste.
Hombre o poeta.
Solo poeta.
Vuelas.
Abajo queda el cuerpo del hombre.
Cerca de ella.
Demasiado lejos.
El hombre queda solo. 
El poeta aprovecha
Se adueña del tiempo
Le mueve la mano.
El puño se para.
Punto.

El hombre vuelve.
La mira a ella.
La desea.
Quisiera compartir el fuego.
Se quema.
Le duele el pecho.
Cada latido.
Se arrodilla.
Coge el cuaderno
Quisiera dibujarla 
meciéndose junto al fuego.
Dibujarla en letras.

El hombre se va.
Se aleja.
Vuelve el poeta.
Baila la pluma cuando el hombre no baila.
El hombre añora.
El poeta canta.
Duerme tan cerca y la ve tan lejos…
¡Te siento tan lejos cuando estás tan cerca!
Me dueles.
Me curas.
Me sé de memoria tu mirada.
Memoricé cada parpadeo.
Te escribo.
¡Para ti mis letras!

El hombre se siente traicionado.
El poeta agradece.
Nace de tu ausencia.
Se lo debe todo.

¡Abraza al hombre!
¡Al poeta le sobran los halagos!
Pero el hombre se muere.
Solo.
Al hombre los versos le importan un carajo.
Quiere abrazarla
La ve tan cerca
Pero está tan lejos…
El fuego la lame.
La guarda en su memoria
Las llamas conocen las historias de los viejos
Ahora tratan de memorizarla a ella.
Llamaradas de sol y sombra dibujándola.
Y el poeta vuelve.
Y la mano fluye.
Para él ha sido suficiente con mirarla
Se crece.
Tus ojos tus labios tus latidos.
Tus cosquillas en la pluma y en el alma.
¡Para ti mis versos!
¡Para ti mis letras!

Se mueve, se gira.
Dibuja la media luna del cielo
de lado a lado de la hamaca.
El hombre la mira.
La arropa.
Le da la espalda.
El poeta habla
nunca habla,
susurra.
El hombre grita
Se enfurece
Se calma

La noche crece
El hombre se tiende sobre la cama de palma.
El hombre duerme.
Solo.
El poeta se muda de  hemisferio.
Seguirá despierto cuando el hombre caiga.
Mientras el hombre sueñe el poeta aguanta.
Mañana, a la luz del fuego,
Se verán las caras.

(En algún lugar de la selva ecuatoriana,
junto al fuego, cerca de ella, demasiado lejos...)

Pablo García-Inés 
 Septiembre 2011

domingo, 28 de agosto de 2011

Por hacerte eterna nacieron mis manos

Una especie de pellizco
en algún recoveco del alma...
Nostalgia...lo define el diccionario...
como queriendo llenar los huecos de palabras,
coloreando de silencios los recuerdos
porque joder,
el blanco y negro me mata.
 Me sabe a ayer
a pretérito siempre imperfecto
y agrisado.
 Y yo te había dibujado
con el cariño del artista a su paisaje
con rojos y verdes y amarillos y naranjas...
a mi lado.

¿Y cómo ahora te borro de mis lienzos mentales?
¿Cómo olvido tus colores y tus trazos?
Ya te tengo tatuada en mis pupilas,
ya he grabado tu compás en mis latidos,
reloj timonel de mis rutinas.

Probé  a quemar las hojas
donde mis letras
te habían dibujado:
Rodeada de palmeras, y silencios,
y baules con tesoros
de viejos libros con olor abuharillado.
Y vientos del sur, y hogueras
y tambores lejanos
Y rojos, y verdes, y naranjas, y azules,
y tú en el centro el paraíso,
el resto,
el paisaje adornando.

Ardan el sol y las sangres
y vuele yo con mi pluma libre,
de hoja en hoja,
dibujándote en palabras.
Tallándote letra a letra
hasta dejar pulida
la piel del alma.

Pues para hacerte eterna
nacieron mis manos,
por robarle al tiempo                                     
el privilegio efímero
de tu magia
y guardarla al cobijo
de una estrofa madriguera.

Y cuando vean mis versos
retorcerse
y adivinen en ellos,
su figura.

Cuando yo hable del mar
y ustedes sientan
el oleaje de sus caderas

Y escuchen una carcajada suya
entre dos sílabas cualquiera,
y yo grite a algún dios
gratitud de por vida
y ustedes entiendan
que el milagro es ella.

Cuando diga nostalgia
y ustedes añoren
aquel lunar de su mejilla  izquierda.

Cuando lean
y la vean y la sientan y la escuchen
con sus verdes, sus naranjas y sus rojos
no me busquen entonces,
no me busquen.

Habré partido
sin pluma ni cuaderno ni palabras
al lugar donde saltan al mar los poetas
una vez pulida
su obra maestra. 
Guayaquil. Ecuador Junio 2011
Pablo García-Inés

domingo, 3 de julio de 2011

La patria, más que el camino, son los caminantes


¿En cuántos trozos se puede repartir el alma
sin partirse?
¿Cuánto de mí
os llevasteis cada uno?
¿Cuántos trozos
de vosotros soy?

Este yo
construido en tantos tús
se alimenta de nostalgias
no de olvidos.

Y nostalgia es todo aquello
y todo aquel
que dejó huella
al compartir camino.

Pablo García-Inés

miércoles, 4 de mayo de 2011

Los invisibles

Eran molestos para los poderosos. Pobres y también baratos. Indios, que ni para cargar servían. 

Para no molestar hablaron bajito. Susurrando durante 500 años. Algunos quisieron levantar la voz. Mas el poder cortó sus lenguas. Pero poco a poco surgieron más voces, y los susurros se unieron, y se hicieron canciones, y de canciones nacieron gritos de libertad.

Ahora un solo grito unísono emerge de las gargantas aymaras del Potosí, de las mayas del Petén,  de las mapuches de Araucánia.

El eco del grito de los mudos tambaleó los cimientos de la gran casa blanca del Norte.

Como pólvora, como ejércitos de hormigas o fueguitos. Paso a paso. Grito a grito.
Aquí. Ahorita nomás. Codo con codo. Se unieron los sueños. Las manos vacías mejor se agarran. Se aprietan más fuerte. Celebrando el grito. Celebrando el silencio. Festín de soñadores.

Al silenciarles les dieron la voz, al doblegarles les irguieron firmes como robles, y al hacerles invisibles…les hicieron invencibles.

El Petén, Guatemala (2007)
Pablo García-Inés

domingo, 24 de abril de 2011

El odio

El odio lo guardo para los dictadores salvapatrias, para los asesinos de sueños, para los banqueros usureros, para los besabanderas. El odio para los torturadores con salario y vacaciones, para la CIA en mi América latina, para los creadores de exiliados, para los fabricantes de armas y fronteras. El odio para los reyes con palacios a mi cuenta, para las sotanas dictadoras de conciencias ajenas, para los siervos orgullosos de sus amos. El odio para el imperio, para los carceleros, para los vendecausas, para los comprotodo, para los traficantes de vidas. El odio para el sistema, la máquina, los quemalibros, el libre mercado. El odio para aquel presidente con casa blanca y sombrero tejano.

Para ti en cambio, princesa, la eterna indiferencia. Porque odiar es sentir…y no te siento ni a ti, ni a tu ausencia, ni a tu recuerdo áspero e incómodo en la memoria del alma.

PABLO GARCÍA-INÉS

martes, 22 de marzo de 2011

Frío

El frío hace
que me sienta vivo.

Vivo,
no de latir y respirar sin más,
no por inercia minutada,
sino vivo
en el más orgásmico
y sincero
sentido de la palabra.

La piel erizada me recuerda
que algo siento,
aunque solo sea
frío.

Tal vez es el alma,
jugando a salirse por los poros.

O recuerdos despistados
huyendo tiritando
del cuerpo que los crea.

Pero que placer mas inmenso
el de hacerse una bola
y disfrutar temblando
del bofetón de cosquillas del viento.

Que placer
a veces
sentir que el frio
calma el arañazo
de tu calor lejano.

Sentir que la llama se apaga..

...y deja de quemar.
PABLO GARCÍA-INÉS

miércoles, 16 de marzo de 2011

Un espejo, una peonza, un calendario.

Y mientras el mundo arde
niños imberbes
comen helados de palo.

Y muertos de risa
juegan a esquivar el sol
en cementerios de payasos.

Observo.
Recuerdo mis prólogos
de una vida sin índices
ni portadas.

Y escribo el recuerdo,
la venganza de la niñez enterrada.

No hubo niños con flores
en el funeral de la eterna inocencia.
Ni finales felices.
Tan sólo un yo que querría ser nadie.
Un tú tratándome de usted.
Un señor enterrando una peonza
en un baúl sin fondo
y con llave.

Volar para que las raíces
no lleguen a las cloacas.
Escribir por el miedo a un folio en blanco.
Y escuchar…escucho.
Escucho y me seduce el silencio
de los parques abandonados.
Y continúo buscando el mejor escondite,
y el puesto de helados.

Pero mi mundo arde,
y se derriten los helados de fresa,
y en mi escondite se ocultan
los adultos exiliados.

Y corro.
No hay casa, ni cruci, ni polis, ni cacos... pero corro.
Huyo del niño al que ahorca mi corbata.
Del señor que viste mi esqueleto.
Del cigarro que mató mi infancia.

Corro, corro, y corro,
pero el calendario me alcanza y me tortura
tachando con cruces negras
las puestas de sol.
Y al mundo le salen granos, y canas, y barba.
Y los príncipes roban a los piratas.
Y los cuentos acaban sin perdices.
Y los helados se derriten
al calor de la inocencia quemada.

Un amargo sabor a cianuro
al masticar segundos
nos recuerda que el tiempo
está hecho de veneno.

Y las estacas
que ahora son espadas de juguete
pronto serán bastones cumpliendo
la función del tercer pie hacia la muerte.

¡Niños perdidos! ¡Niños perdidos!
¡Corred cuanto os permitan las piernas!
Relojes con machetes buscan rastros de inocencia.

¡Niños perdidos! ¡Niños perdidos!
¡Peter Pan ha muerto!
Los relojes son brújulas al cementerio...

Pablo García-Inés
Alpedrete  2003

Zapatistas, la celebración de la derrota

Alrededor de 400 encapuchados, niños mujeres y niños crean en la selva de Chiapas una imagen mística.

La Realidad, principal campamento zapatista, se prepara para recibir al subcomandante Marcos. Una voz en Tzeltal retumba en los altavoces e intuimos que anuncia su llegada. Sus pasos parecen retumbar a lo largo del valle, al tiempo que desciende acompañado por un séquito de zapatistas a los que saca casi una cabeza y dos cuerpos.

En el escenario habla sobre  la dignidad de los pueblos, sobre la hermandad indígena, sobre la justicia, la paz, la lucha, la sanidad y la educación. Creo no ser el único con la piel de gallina. Nadie habla, nadie pestañea, alguno de olvida de respirar. El aire se carga de poesía y utopías. La revolución del fuego y la palabra. Los hijos del maíz. Los por siempre derrotados.

Finalizado el discurso empieza la fiesta. Invitan a cualquiera a subir al escenario. Hay poesía, teatro, canciones. Después un grupo de música, encapuchado entero también, comienza a tocar músicas tradicionales. 400 sombras bailan en la oscuridad de la selva. Nosotros intentamos comprender. Para mi será una bonita aventura de verano. Para ellos la lucha y las derrotas continuaran eternamente. Entretanto, la poesía y el baile se mezclaban con la magia y la utopía hasta bien entrada la noche.

Días antes, el ejército desalojó a  zapatistas que habían ocupado para cultivar tierras en desuso en una región cercana a Las Margaritas. Hubo detenidos, heridos y desaparecidos. Con estacas de maderas se enfrentaron a las tanquetas. Lo perdieron todo. Terroristas, les llamaron los medios y el estado mexicano. Curiosa definición pensé yo, para una guerrilla de campesinos sin armas, que celebra cada derrota con poesías y bailes hasta el amanecer…

Selva de chiapas. México 2007
Caracol La Realidad. Territorio zapatista liberado
PABLO GARCÍA-INÉS

Amo el mundo que pisan mis zapatos

Sueño mucho, trabajo poco,
tal vez espero de la vida demasiado.

Alcoholizo las victorias, poetizo los fracasos,
cuelgo mis versos a secarse en el tejado.

Invierto en siestas y fiestas,
en versos y besos,
en utopías al alcance de mi mano.

Resaqueo las mañanas,
eternizo las noches,
lloro con los telediarios.

Bailo tangos con las moscas de mi cuarto.

Compro relojes por el placer de ignorarlos.

Odio la guerra y sueño con crear una guerrilla en mi barrio.

Pierdo papeles,
encuaderno nostalgias,
verseo los recuerdos
que me hacen daño.

Amo el mundo que pisan mis zapatos.

Pende mi vida de un hilo verde…
tiraré hasta acabar deshilachado.

PABLO GARCÍA-INES

domingo, 13 de marzo de 2011

Ana, la felicidad y los bocatas

Ana es una sonrisa con delantal. Trabaja como dependienta en la tienda extremeña que prepara los mejores bocatas de la universidad. El ingrediente secreto, pienso yo, es el cariño con el que mece los tomates, salsas y barras de pan. Cada bocadillo hecho con la ilusión de una tarta de bodas. 

Juan, su hermano, le ayuda cortando los panes y lavando las lechugas. Él había llegado a España gracias al dinero que su hermana había ahorrado para pagar su viaje, poquito a poquito,  durante sus 6 años trabajando en Madrid. Soñaba con una tierra llena de oportunidades,  pero para aquel entonces las cosas se habían complicado demasiado. Sin papeles no le ofrecían trabajo, sin trabajo no la ofrecían papeles. Cruel espiral de sinsentido, estúpida pescadilla devorándose la cola.  

Desanimado, desilusionado, solía vagar por casa con la tristeza de no sentirse útil. Ana se impregnaba de su dolor, que le arañaba el alma. Una mañana decidió actuar. Llamó a su hermano y le pidió que viniese, a toda prisa, a verla a la tienda. Le contó ilusionada que el dueño había aceptado contratarle también a él. Que trabajarían juntos y harían los mejores bocadillos del mundo entero.

No existía tal trabajo. Ana daba su sueldo entero a su hermano cada mes como si el dueño le pagase. Por las noches, al salir de la tienda, trabajaba limpiando oficinas para recuperar el dinero, en secreto, sin que Juan lo supiera. Como coartada a sus ausencias nocturnas se inventó un novio apuesto y aventurero que cada noche le llevaba a volar por el cielo de Madrid.

Los dos hermanos trabajaban y reían juntos. Cortaban tomates, contaban chistes, y bailaban entre los fogones. Juan era feliz en la felicidad de Ana, a la que imaginaba acariciando estrellas con su ficticio príncipe azul. Ana era feliz por la felicidad de su hermano, casi a punto de explotar por la ilusión de su primer trabajo. Somos lo que amamos, pensé yo, disfrutando después de clase de un bocadillo con sabor a magia y carcajadas.
 Madrid Mayo 2007
PABLO GARCÍA-INÉS

La dignidad de las sombras

Verano 2007-Territorio Zapatista liberado. Chiapas. México

Volveré a la civilización  de los vencedores
con la derrota emanando en cada poro.
Con la rabia como único equipaje.

Ardieron el resto de lastres inútiles
bajo el sol de tez tostada,
oscura como la tierra,
como el ahora y el mañana.

El mismo sol que llena hoteles
quema los rostros de los hijos de la selva.

Rostros que se cubren para no ser nadie,
para no ser nada,
para ser tan solo aire y silencio.

Ojos dignos en una jungla huérfana de sauces llorones.
La dignidad de las sombras erguidas.
El eco de los ausentes en el festín del mundo

Llora el dios de la tierra maya.
Y cae desplomada la luna llena vacía de magia.
Herida, ejecutada.
Trofeo blanco en un cuartel de milicos sin alma.
Con las sangre aún fresca bajo el pasamontañas

Ahora, como los días, las noches serán oscuras.
Y las sombras serán más sombras.
Y no hará falta tejer pasamontañas.
Ni banderas.

Ejércitos de ojos marcharán entre maizales.
Y el mundo mirará a otro lado.
Coserá sus párpados con hilos de oro.
Y los tiranos encenderán las luces.
Y prenderán los campos.
Pero las sombras no arden
Ni existen a oscuras.

Temblarán los suelos al paso de la dignidad indígena.

Y la justicia de los sin rostro
sí recuerda la cara de los culpables…




Paisajes del Atlas

Marruecos. Valle de Ourika.  2004
 
El paisaje era,
como poco,
conmovedor.

El tiempo,
como el aire,
parecía no correr.

El reloj concedió allí
un descanso a sus manecillas,
a su asesina melodía.
 
No había prisa por llegar a ningún lado
porque no había ningún lado a donde ir.
 
Simplemente sentarse
y respirar el olor de un mar lejano.
 
Esnifar el silencio
y sentirse dueño del tiempo
y de la vida.

Reírse del progreso,
del asfalto que entierra la magia.
De los sueños con corbata
y relojes en la muñeca.

De las calculadoras que restan
días mágicos a la vida.

Sentarse al pie de una calle mágica.

Emborracharse con el olor de los segundos.

Segundos que parecen no querer marcharse nunca.

Que ansían quedarse anclados para siempre
en esa calle de arena,
entre las paredes de esas casas
pobres y pequeñas
que cobijan almas grandes y ricas.

La felicidad inmensa de no ser nada,
de no ser nadie.

De ser tan solo aire y silencio.
 
De ser parte de un paisaje efímero y eterno.


El mundo parece haberse detenido,
haberse cansado de girar y girar.

Y ha elegido este  lugar
para quedarse quieto.

Una calle donde anclarse
y disfrutar,
sentado en una vieja silla,
de los segundos que parecen
no querer marcharse nunca…


Pablo García-Inés

All out (una de poker)

Empiezo a entender la vida y el juego
Me gustan.
Me asustan.

Debiera haber guardado
un as en la manga
 o amañado parejas,
mi rey con tu reina.

Pero  aposté a la escalera de atajos
que elevasen mis pasos
a tus aires de grandeza.

Peldaño a peldaño
desde el diez / que merecen tus andares,
hasta el as / ta la polla de llorarte.

Y envido a la esperanza,
si aun me queda,
de los  tres tréboles
de cuatro hojas
que trajeron la suerte
de cruzarnos palabras
y caminos.

Tírame los faroles que desees.
Basta  que no alumbren mi jugada
cuando soy mano
sobre tu mano
bajo la mesa.

Todo  o nada
al color otoño
de tus ojos escritos
en hojas caídas
de cuadernos.

Siete de corazones rotos
de las siete vidas
con sus siete pecados
que quiero pecar contigo.

Amanece.
Va siendo hora de acabar la estrofa
y  la partida.

Pero como ocultar mi cara de póquer,
princesa,
si a mis tres qus
de quiero quedarme a quererte cada tarde
y al castillo de sueños de mi almohada
siempre...
les faltó  su reina.

Nostalgias tras la cuarta pared

El espectáculo comenzaba.

Lunas como focos
alumbraban silencios
y carcajadas.

Nuestros personajes
se miraron
y se abrazaron.
Nuestros papeles
se fundieron
y confundieron
en el gran escenario de la vida.

La magia bordó
su papel protagonista.

Pero el reloj voló o habló
más de la cuenta.

El capricho canalla del tiempo
me condenó al destierro,
y sentó mis soledades
en la butaca gris
del espectador.
Aún así
seguí sintiendo
mía cada escena,
y tuyo,
porque siempre fue tuyo,
mi cansado y enclenque corazón.

Recordé.

Deshilaché paciente
el telón opaco
de nostalgias en blanco y negro.

Y cada noche en pié
aplaudí tu nombre y tu recuerdo
como si cada parpadeo en tu mirada
fuese el preludio
de la última función…

PABLO GARCÍA-INÉS

Somos lo que amamos

A mis padres

Dicen que somos lo que vivimos, lo que hacemos.
Que somos lo que aprendemos y lo que olvidamos.
Hay quien dice que somos a quien tenemos
o el recuerdo que queda al marchar.
Dicen que somos parte de esa nada que lo es todo,
o barro esculpido con un soplo de vida y magia.
Dicen que solo somos si para alguien somos algo.

Aun estaría perdido en que soy, o que somos, o que seré,
pero aprendí de vuestros ojos
que solo somos lo que amamos.

Y si yo verseo, y si Irene esculpe, y si  Elena violinea, y si Juan futbolea,
y si alguna vez fuimos grandes, o buenos, o valientes, o dignos,
o si orgulloseo cabizalto de mis hermanos
es porque somos lo que amamos,
es decir,
somos vosotros.

Y somos tan tú que nos pica tu espalda y se nos eriza tu piel.
Somos tan tú que saboreamos tus victorias y añoramos tu pasado.
Somos tan tú, tan nosotros, tan todo,
tan felices de ser parte, tan agradecidos y orgullosos,
somos vosotros y el amor por vivir que ello conlleva.

Quiero ser tú, papá, y tu eterna inocencia
quiero ser tu bondad infinita y tus ganas de vivir,
quiero tus manos carpinteras, tu cabeza arquitecta, tu corazón de gigante
quiero ser inventor, y manitas, y padre ejemplar,
quiero tu hombro que siempre se arrima,
quiero tu boca que no sabe quejarse,
quiero tu fórmula secreta para sacar de la nada felicidad.

Quiero ser tú, mamá, y tu amor desbordante
quiero tu inmensa cultura, tu sonrisa curativa, tu alma noble
quiero amar como tu, educar como tu, reír como tu,
quiero tu ejemplo de vida, tu arte de vivir, tu arte de amar,
quiero tener tu bondad detallista,
quiero tu forma de leer nuestros ojos,
quiero tu magia sin chistera capaz de hacerme volar.

Somos lo que amamos,
y amamos vuestro ejemplo, vuestra vida,
y el mundo que pisan
juntos nuestros zapatos.

Cuando los niños muerdan a los perros

Sucedió en clase, en la universidad. El profesor trataba de hacernos reconocer cuando un hecho era noticiable y lo sintetizó con la siguiente frase : "Si un perro muerde a un niño no es noticia, si un niño muerde a un perro, eso es noticia" 

Sin quererlo ese profesor acaba de aclararme mi futuro. Debí de entender mal la lección, pero a partir de entonces decidí que dedicaría mi pluma a contar las historias de todos aquellos que sufren en silencio los bocados de los canes.

Así tal vez se entienda mejor, y contextualizado, el día en el que la notica sea que los niños, cansados de aguantar en silencio, se han liado a mordiscos con los perros.

PABLO GARCÍA-INÉS

Hubiera sido marinero en tierra por ti


Hubiera sido marinero en tierra por ti.
Hubiese anclado cuerpo y alma
en el mar transparente de tu ombligo.

Hubiera escrito cada noche  versos en tu espalda
te quieros en el vaho de los espejos
y cuentos con perdices antes de dormir.

Hubiera dado cada paso por andar tu camino,
cada hoy por un mañana a tu lado
cada lágrima mía por hacerte feliz.

Hubiera convertido tus latidos
en el reloj timonel de mis rutinas
perdiendo mi tiempo perdiéndome en ti.

Hubiera guardado el silencio en cajitas de madera
para esos momentos transparentes
en los que tus ojos contaban todo lo que había que decir.

Hubiera creado un altar bajo tu almohada
agradeciendo al dios de tus cosquillas
amanecerme, amanecerte, amanecer.

Hubiera acariciado con líneas de sol tu espalda
colándome por las persianas viejas
de los rincones de dos almas hechas una.

Hubiera…si me hubieras dejado.
Si me hubieses permitido
un resquicio entre tus brazos
para colarme en ti.
Hubiera amado hasta quedarme hueco,
puro hueso, y lágrimas con sal.

Hubiera dado tanto y tantas veces…
tanto, y tantas veces,
que perderte fue perderme,
que olvidarte fue arrancarme pedacitos del alma,
y quererte fue endeudarme a una mirada
que mis versos no pueden pagar.

El sistema, la felicidad y el olvido.


 Cuanto más te da el sistema, mas sientes que le debes algo. Tu televisión, tu coche, tus calles sin ladrones ni mendigos, son deudas que el sentido de reciprocidad te invita a pagar. El precio pactado es el olvido. Evitar las preguntas incómodas acerca de los cadáveres y cenizas que cimientan el estado del bienestar. Olvidar que existe el Sur. Que el norte importa recursos a precio de circo y exporta las armas que crean ese caos tan rentable y los residuos que no puede tragar. El precio de la felicidad absoluta es la ignorancia voluntaria. Cerrar los ojos, emborrachar la conciencia en bacanales de consumo, y disfrutar del botín saqueado por los piratas económicos del libre mercado. Felicidad rentable. Olvido rentable. Ya no es necesaria la revolución…

PABLO GARCIA-INÉS

Sexo

SEXO. El planeta agoniza y tal vez todo se deba a una cuestión de identidad sexual. La madre tierra. La pacha mama. La diosa creadora de vida y fecundidad. La dueña y protectora de todo cuanto en ella habita, ha sido sustituida por El Hombre. En masculino. Creador y productor del progreso. Dueño y señor de los mares y los vientos. Centro del universo. Investido con la razón y orgulloso poseedor de la absoluta verdad.


El cambio de paradigma se expandió como la pólvora de la mano del progreso industrial. Viajó con los conquistadores hasta los confines del mundo. Formateó la memoria colectiva y celebró el matricidio en los altares de la gran civilización patriarcal.

El planeta se muere, y tal vez todo se reduzca a una cuestión semántica y cognitiva de cambio género. De SEXO. Siento la decepción de todos aquellos que malgastaron su tiempo leyendo mi texto atraídos por el sentido carnal y lujurioso de la palabra. No era mi intención banalizar con este sagrado vocablo mágico del mercado. Reservado queda el poder hipnótico de esta mano de midas para los trovadores del marketing empresarial. Gócenla ustedes vendedores de autos,  cazadores de audiencias y destronadores de presidentes de imperios con un solo movimiento de bragueta de becaria.


Olviden todo lo que les acabo de contar. Qué más da. Si la realidad no nace ya de la tierra, ni del hombre. Como todos sabemos, nace de la televisión.


PABLO GARCÍA-INÉS