El espectáculo comenzaba.
Lunas como focos
alumbraban silencios
y carcajadas.
Nuestros personajes
se miraron
y se abrazaron.
Nuestros papeles
se fundieron
y confundieron
en el gran escenario de la vida.
La magia bordó
su papel protagonista.
Pero el reloj voló o habló
más de la cuenta.
El capricho canalla del tiempo
me condenó al destierro,
y sentó mis soledades
en la butaca gris
del espectador.
Aún así
seguí sintiendo
mía cada escena,
y tuyo,
porque siempre fue tuyo,
mi cansado y enclenque corazón.
Recordé.
Deshilaché paciente
el telón opaco
de nostalgias en blanco y negro.
Y cada noche en pié
aplaudí tu nombre y tu recuerdo
como si cada parpadeo en tu mirada
fuese el preludio
de la última función…
PABLO GARCÍA-INÉS
Lunas como focos
alumbraban silencios
y carcajadas.
Nuestros personajes
se miraron
y se abrazaron.
Nuestros papeles
se fundieron
y confundieron
en el gran escenario de la vida.
La magia bordó
su papel protagonista.
Pero el reloj voló o habló
más de la cuenta.
El capricho canalla del tiempo
me condenó al destierro,
y sentó mis soledades
en la butaca gris
del espectador.
Aún así
seguí sintiendo
mía cada escena,
y tuyo,
porque siempre fue tuyo,
mi cansado y enclenque corazón.
Recordé.
Deshilaché paciente
el telón opaco
de nostalgias en blanco y negro.
Y cada noche en pié
aplaudí tu nombre y tu recuerdo
como si cada parpadeo en tu mirada
fuese el preludio
de la última función…
PABLO GARCÍA-INÉS
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