miércoles, 4 de mayo de 2011

Los invisibles

Eran molestos para los poderosos. Pobres y también baratos. Indios, que ni para cargar servían. 

Para no molestar hablaron bajito. Susurrando durante 500 años. Algunos quisieron levantar la voz. Mas el poder cortó sus lenguas. Pero poco a poco surgieron más voces, y los susurros se unieron, y se hicieron canciones, y de canciones nacieron gritos de libertad.

Ahora un solo grito unísono emerge de las gargantas aymaras del Potosí, de las mayas del Petén,  de las mapuches de Araucánia.

El eco del grito de los mudos tambaleó los cimientos de la gran casa blanca del Norte.

Como pólvora, como ejércitos de hormigas o fueguitos. Paso a paso. Grito a grito.
Aquí. Ahorita nomás. Codo con codo. Se unieron los sueños. Las manos vacías mejor se agarran. Se aprietan más fuerte. Celebrando el grito. Celebrando el silencio. Festín de soñadores.

Al silenciarles les dieron la voz, al doblegarles les irguieron firmes como robles, y al hacerles invisibles…les hicieron invencibles.

El Petén, Guatemala (2007)
Pablo García-Inés