lunes, 22 de octubre de 2018

Hazme ceniza

Aparece
sonriendo
como todo lo que tiene sentido.


Con la primavera colgada de los hombros
como quien viste una estación por bandera,
y allí ella y alrededor nada,
alrededor rugiendo África rabiosa
por habitar sus escondites sin permiso,
por navegar sus venas y sus pálpitos
por unas horas que fueron vidas,
vidas enteras,
lenguas de mil colores cardinales,
reggae a borbotones,
cervezas del Nilo,
y ella brotando de la tierra
como el regalo o la venganza
de un dios que me quiere herido,
que me quiere lejos de la calma
en la que duerme la pluma.


Y allí ella y su tempestad de flores
y allí yo entregándome al abismo
delicioso el vértigo del borde,
acantilado sin mar que me amortigüe
cuando lanze mi cuerpo hacia la nada de sus ojos
que ahora mismo es todo.


Ella duele y le duelen
todos los dolores del mapa,
porque ni sabe ni le importa
donde empieza su “yo” y dónde acaba,
y es tan frágil que lo puede todo,
que lo lucha todo,
y camina como quien baila
baila como quien vuela
con el corazón en las alas
y diez hombros que se mecen lentos
para que les llore el mundo.


Ella,
guarda en su piel los secretos
de los pueblos con orilla,
fue esculpida
con los barros del desierto,
y ríe,
ríe como si Tombuctú ardiera,
ríe en todos los idiomas
ella que es todas las canciones,
y miro, miro como quien nace,
como quien busca su primer abrazo,
y juro, juro en secreto ante su altar mestizo
que prendería mis naves a los pies de la playa
que se intuye tras sus párpados de arena.


Grito.
¡Guárdate si quieres de tus noches
las mil restantes y préstame tan solo una!
ya venderé yo al dios de los tejados
mi alma y mi cordura, si la quiere,
para que ancle la media luna al cielo
y el sol no salga hasta que yo no muera.


Si muero.
Porque ha parado todos los relojes
ha quebrado la lógica del tiempo
ha entrado a mi cárcel de rutina
para marcharse
dejándome la puerta
y la ventana abiertas.


Ella,
se irá clavándome un adiós en mis cuadernos
como todo
lo que tiene sentido.


Se irá con su tempestad de flores,
anunciando la tormenta de nostalgias
que me devuelva al hogar de mis naufragios.


Ella,
viene a volverme ceniza tras su fuego,
y yo,
pirómano ave fénix gastavidas
me lanzo
de cabeza
hacia su hoguera...

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