Siempre quise ir a L.A.
al bar donde cantantes roncos y juguetes rotos
alzan su copa al fracaso empolvado
y brindan porque ya no brille
el espejismo macabro
que deja en la garganta
la sed de flashes y de abrazos.
Dejar un día esta ciudad
de horizontes tapiados,
cruzar el mar
y los dedos
y todas las líneas rojas que me lleven
hasta el dulce sabor a ron y pecado
que deja en el paladar
tu compañía.
Pero ya hace tiempo que me has dejado,
y Madrid apesta a perfume barato y carísimos adioses
y, seamos sinceros,
probablemente a estas alturas
después del vértigo
me habrás olvidado.
Y ahora estoy aquí sentado
y “esto no es Hollywood, chaval”
me gritan los borrachos
cuando pido un final de esos felices
o que al menos un “París” nos quede para siempre,
cuando mates al Rufio imberbe
que quiso hacerse adulto
minutos antes del sablazo.
No sé qué aventuras correré sin ti,
pero todas duelen.
Y ahora estoy aquí sentado
en un viejo Cadillac segunda mano
en mi mente tú, en el aire tú, en mi boca tú,
a mi lado ella,
Lavapiés mi ciudad.
Y hace un momento que me ha dejado,
ensartado a un adiós que sabe a “nunca”,
la última rubia que vino a probar
el morbo de habitar las ruinas
que dejan a su paso
temblores ajenos
en el asiento de atrás.
Y no fue el Martini pero fue el Brugal,
rincones donde hundirnos
en la ciudad sin mar,
pozos sin fondo ni memoria
donde apagar estrellas tan fugaces,
tan huérfanas de océanos
y escondites.
Nena,
sé que es absurdo pero,
dime,
¿por qué no volviste a llamar?
He vivido esperando la balada,
ese “ring ring” robótico,
por fin humano,
por el que levantar mi copa
y brindar por tu voz,
ahora que aún tengo
tiritas y céntimos en el bolsillo.
Creí que podía olvidarte sin más
quemar la página, lamer la herida,
y aún a ratos, ya ves.
Y al irse la rubia me he sentido extraño,
vapor de pieles,
hostias de silencio,
colillas con carmín
de aleatorios labios.
Ya ves, me he quedado solo, fumando un cigarro, quizás he pensado, quizás he sentido, nostalgia de ti. Y aquí en el Mercado de San Fernando me he sorprendido mirando a tu barrio, fundiendo a pedradas farolas y estrellas, me han atrapado luces de ciudad. El amanecer me sorprenderá dormido, borracho en el Cadillac, junto a las palmeras luce solitario.. Y dice la gente que ahora eres formal Malboro light, tacones de oficina, noches con fecha de caducidad. Y yo que aquí sigo bailándote el agua en todos los tejados, más indio, por supuesto, que abogado. Aúlla Lavapiés jura que un día le habitaste a cosquillas cada calle, arrasaste sus cimientos con tus faldas le corriste las tejas a soplidos le llenaste de ron hasta la médula. Y yo aquí borracho en el Cadillac bajo las farolas Salitre sin tí luce solitario. Y el mismo Madrid ya no es lo mismo. y estoy yo, y no quiero estarlo, y está mi Cadillac frente a un bar cerrado y no estás tú.. nena! Pablo García-Inés @pablogarciaines Otoño 2015
Ya ves, me he quedado solo, fumando un cigarro, quizás he pensado, quizás he sentido, nostalgia de ti. Y aquí en el Mercado de San Fernando me he sorprendido mirando a tu barrio, fundiendo a pedradas farolas y estrellas, me han atrapado luces de ciudad. El amanecer me sorprenderá dormido, borracho en el Cadillac, junto a las palmeras luce solitario.. Y dice la gente que ahora eres formal Malboro light, tacones de oficina, noches con fecha de caducidad. Y yo que aquí sigo bailándote el agua en todos los tejados, más indio, por supuesto, que abogado. Aúlla Lavapiés jura que un día le habitaste a cosquillas cada calle, arrasaste sus cimientos con tus faldas le corriste las tejas a soplidos le llenaste de ron hasta la médula. Y yo aquí borracho en el Cadillac bajo las farolas Salitre sin tí luce solitario. Y el mismo Madrid ya no es lo mismo. y estoy yo, y no quiero estarlo, y está mi Cadillac frente a un bar cerrado y no estás tú.. nena! Pablo García-Inés @pablogarciaines Otoño 2015
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