Que un buen día pierdas la cabeza y pienses
que ya ha sido suficiente mi suplicio,
y decidas entregarte toda tú,
y regalarme poco a poco los secretos
que guardas (cada verano menos)
bajo los pliegues de tu falda.
Que me llames una tarde calurosa,
de esas en las que te tengo
tanto odio y tantas ganas
y me cites en mi bar preferido
a emborracharnos
como cuando los poetas se emborrachan.
Tiemblo
tan solo de pensarlo.
Pues yo ya no se querer
con simetría.
Tendría que odiarte.
Como te explico…
Es algo así como el antónimo
del miedo al rechazo.
Pavor a que respondas sí,
a la pregunta que jamás he formulado.
No tenerte duele menos,
infinitamente menos,
que el miedo de perderte si fueras
levemente, mía.
La última vez que me sentí media naranja.
me exprimieron
hasta la última gota.
Vacío de mí
ya no se amar a quien me ama.
tan solo de pensarlo.
Pues yo ya no se querer
con simetría.
Tendría que odiarte.
Como te explico…
Es algo así como el antónimo
del miedo al rechazo.
Pavor a que respondas sí,
a la pregunta que jamás he formulado.
No tenerte duele menos,
infinitamente menos,
que el miedo de perderte si fueras
levemente, mía.
La última vez que me sentí media naranja.
me exprimieron
hasta la última gota.
Vacío de mí
ya no se amar a quien me ama.
Olvídalo.
No me quedan más mejillas que ofrecerte.
Gracias a tu ausencia escribo.
Por fin escribo.
Te utilicé a ti que tenías pinta de dolerme entero.
Y a esos ojos tan acostumbrados
a ser clavo en corazón ajeno.
Y de ese corte en el ventrílocuo izquierdo
que me diste con precisión cirujana
empezaron a brotar los versos.
Te utilice a tí, que lo eras todo.
Todo.
Espero nunca sepas perdonarme.
Nunca.
Te quiero porque me dueles.
Recuérdalo
Ya no sabría querer de otra manera.
Gracias a tu ausencia escribo.
Por fin escribo.
Te utilicé a ti que tenías pinta de dolerme entero.
Y a esos ojos tan acostumbrados
a ser clavo en corazón ajeno.
Y de ese corte en el ventrílocuo izquierdo
que me diste con precisión cirujana
empezaron a brotar los versos.
Te utilice a tí, que lo eras todo.
Todo.
Espero nunca sepas perdonarme.
Nunca.
Te quiero porque me dueles.
Recuérdalo
Ya no sabría querer de otra manera.
Pablo García-Inés
Barcelona Agosto 2012
No tenerte duele menos,
ResponderEliminarinfinitamente menos,
que el miedo de perderte si fueras
levemente, mía.
Estos versos son una verdad tan dolorosa que jode ser leida y si no la he escrito yo.
Muchas, muchas, gracias por tus palabras allí en los lunes, muy generoso, (no estoy acostumbrado al halago mascúlino)
Un abrazo, compañero.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSimplemente perfecto.
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